Desde que el 14 de marzo se declaró el estado de alarma, hemos estado confinados en nuestros domicilios. Un confinamiento que no ha podido ser total, a riesgo de que no fueran satisfechas nuestras necesidades básicas, pero que, con esas limitaciones, la práctica totalidad de los ciudadanos hemos cumplido ejemplarmente. A pesar del aislamiento, no parece que el quedarnos en casa haya tenido el efecto deseado en la disminución del número de contagiados y de fallecidos por el covid-19.